Pilar tiene 40 años y se construye un mundo propio. Un hijo lo es todo para ella y en él quiere ver cumplidos todos sus sueños. Le regala utopías, le ofrece todo y no le pide nada...
De la Cuba del ayer, la anterior a 1959, ha bajado en intensidad, principalmente en redes sociales, aquel aluvión de estadísticas posteriores a 1902, recordándonos la próspera neocolonia, primacías productivas, y electrodomésticos, coches, cines, y estaciones de radio y televisión por cada cierta cantidad de habitantes, consumo de carne, desarrollo ganadero y acceso a universidades estadounidenses, entre otras.
Otro estropicio ha provocado el presidente argentino Javier Milei con un «desempaque» que constituye irrespeto y falta a las normas del comportamiento y la decencia. Sobre todo cuando se está de visita y no, precisamente, en casa del vecino…
«No hay en la América del Sur y del Centro, como en Europa y Asia, razones de combate inevitables de razas rivales, que excusen y expliquen las guerras y las hagan sistemáticas, inevitables, y en determinados momentos precisas. ¿Por qué batallarían, pues, sino por vanidades pueriles o por hambres ignominiosas, los pueblos de América? ¡Guerras horribles, las guerras de avaros!».
José Martí es reconocido como uno de los más grandes pensadores y líderes independentistas de América Latina, ferviente defensor del antimperialismo y la soberanía de los pueblos. Su lucha contra el dominio extranjero y la opresión imperialista marcó su vida y su obra, convirtiéndolo en símbolo de resistencia y libertad. Martí entendió el imperialismo como una forma de dominación que amenazaba la autonomía y la identidad de los pueblos. A través de sus escritos y discursos, denunció la intervención de potencias extranjeras en los asuntos internos de América Latina, así como la explotación de sus recursos naturales y la imposición de modelos políticos y económicos ajenos a sus realidades.
Uno de los desafíos que se abre ante los jóvenes cubanos es fortalecer nuestra lucha contra el imperialismo en aras de alcanzar una sociedad más justa y equitativa. Para ello resulta vital fomentar el antimperialismo de José Martí, quien vivió en el monstruo, conoció sus entrañas y comprendió el peligro que representa para Cuba y América Latina la política expansionista del imperio estadounidense.
En momentos tan graves como los actuales, en los que incluso el porvenir de la familia humana aparece comprometido como consecuencia de las diversas crisis y las difíciles coyunturas que la acechan a no tan largo plazo, la idea martiana del equilibrio del mundo, una de las claves de su pensamiento profundo y de largo alcance, debe convertirse —a la vez— en inspiración y enseñanza.
Pedir botella, un aventón (que no es lo mismo, pero a veces es casi igual a una aventazón), pedir que un vehículo te lleve de favor a un lugar, tiene sus cosas en cualquier época del año.
«Fíjate… tienes que hacer lo que yo digo y no lo que hago», escucho decir, y no solo al padre de Fernandito. Es harto sabido que esa incitación al ejemplo a través de lo que decimos que, se supone, es lo correcto, no siempre logra el efecto deseado.
Lo que más impacta a la sociedad en su conjunto es el beneficio directo del ahora mismo, ese que desmesura los ojos y eleva las cejas al infinito. La gente, por lo general, valora más aquel en comparación con los indirectos, pero sin estos faltaría vitalidad a los bienes y servicios que necesitamos.