Un lector me ha preguntado si alguna vez escribiré de las cosas positivas de Cuba. Y le respondo: Sumo ya 35 años de ejercicio del periodismo, y todo ese tiempo he estado defendiendo, sumado a mi pueblo, los valores de la Revolución. ¿Alguien que me conozca me ha leído u oído en otra función?
Casi 750 cadáveres, muchos de ellos con signos de tortura, aparecieron en Bagdad el pasado mes. El dato lo trae un reporte de The Washington Post, que achaca la carnicería a «rivalidades sectarias» entre sunnitas y chiitas. Aunque no explica por qué, antes del 20 de marzo de 2003, jamás de esa «enemistad» manó tanta sangre en un mes.
La vida, que enlaza etapas como letras un scrabble, me ha conducido por efecto de un infeliz incidente ciclístico a esa cama de convaleciente donde por lo general el dolido tiene a su lado la radio compañera; y así me hizo rememorar mi primera juventud de onda corta, larga y FM.
He aguantado muchas calumnias y odio desde que Casey fue muerto, y especialmente desde que me convertí en el llamado «rostro» del movimiento estadounidense contra la guerra. Especialmente desde que renuncié a cualquier nexo con el Partido Demócrata, he sido basureada en los «blogs liberales» como Democratic Underground. Ser tildada de «puta figurona» o que me dijeran «largo» son algunos de los más suaves apelativos que recibí.
El ratón explora sigiloso los estantes. Cuando el gato lo descubre, se esconde en una estrechez que su enemigo no puede vencer. Súbitamente, se desliza y corre veloz hacia su cueva. No logró llegar hasta el saco de granos. Pero su enemigo tampoco pudo atraparlo. Hasta el próximo intento estarán vigilándose mutuamente. Ninguno gana. Ni pierde.
Las redes alternativas están heridas de muerte y no lo saben. Algunas se han volatilizado, otras siguen extendiéndose con más o menos suerte, la mayoría ni siquiera ha nacido. Al margen de los movimientos sociales que se articulan en internet y que rara vez meditan sobre el espacio que les ha permitido asociaciones e interacciones imposibles antes de la era digital, están terminados los planos de la gran burbuja en la que nos meterán a todos. Los ejes de esta burbuja ya han comenzado a levantarse ante nuestros ojos, con mínimas y disgregadas resistencias.
Es una idea que me abruma hace algún tiempo. Que, caprichosa y contradictoria, desliza lecturas delicadas. Un anillo o su retahíla de sinónimos —aro, collar, ceñidor, abrazadera...—, suponen, pesadillas matrimoniales apartes, unión, compromiso, cierre....
No ocurrió en la capital, sino en plena Sierra Maestra.
Como miembro de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) a menudo escucho lo harto que están los estadounidenses de los medios noticiosos. Demasiada sangre en los titulares de los noticieros estelares e insuficiente cobertura verdadera de los problemas locales. Demasiado poco entretenimiento de alta calidad y demasiada gente comiendo insectos.
No tendré que esclarecer a mis lectores el significado de la palabra que más repetiré en esta nota. Aunque propia de la terminología filosófica, hace tiempo que pasó al discurso político, al lenguaje de los periódicos e, incluso, a la conversación cotidiana. Eso solo está en tu subjetividad, nos dicen a veces cuando alguien cree que cuanto uno dice no está presente en la llamada realidad objetiva; esa que nos llega por las sensaciones y que es independiente de nosotros.