El 8 de junio de 1972, masacre en Vietnam un avión norteamericano bombardeó con napalm la población de Trang Bang. Allí se encontraba Kim Phuc con su familia. Con su ropa en llamas, la niña de nueve años corrió fuera de la población. En ese momento, cuando sus ropas ya habían sido consumidas, el fotógrafo Nic Ut registró la famosa imagen. Luego, Nic Ut la llevaría al hospital. Permaneció allí durante 14 meses, y fue sometida a 17 operaciones de injertos de piel.
Quienes de alguna manera hemos sido beneficiarios de los avances científicos y tecnológicos, sabemos cuánto han contribuido al mejoramiento de la vida.
Fotos: AP
Se quejaba Jorge Luis Borges de lo que él llamaba la concupiscencia de las noticias inútiles: al cuarto de hora de haber ocurrido un hecho, ya debía ser reemplazado por otro. «Las noticias no se adquieren para la memoria, sino para el olvido», decía. Y así es, salvo que sea alguna que sirva de martillo a las transnacionales de la información.
La respuesta, aunque duela, es un no que hasta hoy no ha podido cambiarse, cuando a diario surge la pregunta: «¿nada del proceso de los Cinco?».
Era Navidad, y Mr. Bean, escaso de amigos, llenaba postales. Al terminar, salió con ellas de su apartamento y cerró la puerta tras de sí. De pronto, a través de la abertura por la que suelen depositarse las cartas, una mano —¡la de él mismo!— arrojó varios sobres.
Muchos conocemos el chiste. Dios bajó a la tierra y tomó al azar a un ruso, a un norteamericano y a un cubano, y les dijo que pidieran un deseo.
Tanto en la reunión con el canciller Miguel Ángel Moratinos, como con el jefe del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa, la secretaria de Estado norteamericana se empeñó en un punto: presionar sobre la política que a su juicio debiera llevar España con Cuba; aunque no desaprovechó la oportunidad para sacar a relucir el rencor que todavía le guarda al gobierno del PSOE por la decisión de retirar las tropas españolas de Iraq. «Se hizo muy deprisa y sin avisar a los aliados...», fue la queja.
HACE unos meses el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, dijo, sin temor al que dirán, ni a lo que harán sus enemigos, que el proceso que él lidera se inscribe, decididamente, en la construcción del Socialismo del Siglo XXI. Más claro —según se acostumbra a decir— echarle agua. Eso dijo Chávez, triunfador incuestionablemente democrático en cuanto acto electoral haya sido atravesado por los venezolanos en la última década.
Quizá algún lector deje a medias esta nota. Pensará que me demoro demasiado para llegar a la semilla. Desde luego, digo que no: que no me tardo, porque desde las primeras líneas empiezo a hablar de lo que me he propuesto. Alcanzar la semilla de un mango pulposo, de una o dos libras, demora, pero mientras el diente consigue tocarla usted está comiendo mango. ¿No? Por ello a veces me considero un justo que paga por pecados ajenos. Y ello, me parece, es tendencia nacional.