No deja de ser otra gran hipocresía que el subsecretario de Estado norteamericano para América Latina, Thomas Shannon, declarase este jueves que su país actúa «de buena fe» en torno a Luis Posada Carriles; pero al menos ha debido reconocer que Estados Unidos tiene que dar aún explicaciones.
Tras completarse el último out de una temporada beisbolera, los aficionados solemos «escribir» con nuestras opiniones una suerte de memoria colectiva de lo acontecido en sus jornadas. Este comentario pretende seguir esa cuerda en lo tocante al arbitraje, que, desde mi óptica personal y dicho con todo el respeto que me inspiran los ampayas, no transita hoy por sus momentos más afortunados.
La confusión rondaba el incidente. Incluso Robert Fisk, el renombrado periodista inglés que lleva décadas como corresponsal en Medio Oriente, acudió a la ciudad y no encontró explicación: «Aún no sé a ciencia cierta qué ocurrió», expresaba en un reporte del pasado domingo.
Aunque el proyecto es resultado de la labor de un comité conjunto formado por demócratas y republicanos, la Cámara de Representantes también lo deberá votar y, posteriormente, otra comisión bipartidista. Así que, por más prisa que haya, el camino puede ser largo aún.
¡Una orquesta en la puerta del Cementerio!... Exclamó entre sorprendido e indignado un joven que compraba un ramo de claveles en la Feria de las Flores, realizada en la capital con motivo del Día de las Madres.
El 2 de noviembre de 2006 los medios estadounidenses dieron cuenta, con suma discreción, de unas frases protocolares para bendecir, oficialmente, el nacimiento del Comando del Ciberespacio de la Fuerza Aérea Norteamericana.
Una hermosa muchacha llamada Nancy Uranga me observa desde cierta amarillenta foto de 1976, y me hace mil preguntas con esa mirada fija de los que parten precozmente. Ella y sus otros compañeros del equipo juvenil de esgrima no pudieron dar la estocada definitiva en su combate por la vida.
Las tardes de mayo, para mí, eran mágicas. Al primer aguacero mi casa era un teatro. Su techo «cantaba», como el órgano oriental, esa retahíla de notas que, incluso a veces desafinadas, intentan hilvanar una melodía antigua.
En silencio, muy lentamente, acabamos de decirles a nuestros hijos que Eva Forest ha muerto. A sus cuatro años, sus rostros reflejan los nuestros. Julio Antonio ha preguntado: «¿y no la veremos más?», y cuando pronunciamos el difícil, «No», César responde: «¿y no podemos hacerle una estatua?».
Secretario Paulson: