Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Si pudiera decirles…

He pensado mucho antes de escribir esta nota en Facebook, pero no hallo otra manera de llegar a mis queridos mamá y papá sin que un pedido desate una pelea

Autor:

Mileyda Menéndez

El precio de la grandeza es la responsabilidad.

                                                 Winston Churchil

 

«Queridos mamá y papá: He pensado mucho antes de escribir esta nota en Facebook usando un perfil que no es mío, pero no encuentro otra manera de llegar a ambos sin que un pedido desate una pelea y alguno de los dos intente ponerme de su lado sin escuchar antes qué opino de la situación.

«Gracias a las abuelas, he podido reunir muchas fotos de cuando ustedes eran jóvenes y se querían mucho. De cuando tenían proyectos hermosos para compartir y yo formaba parte de su dicha, no de sus problemas. De cuando íbamos a la playa juntos, en vez de llevarme a una sicóloga para entender qué va bien o mal en mi educación, o qué me roba el sueño cada jueves alterno, a la espera de la posible pelea en la visita del viernes si a papi se le ocurre venir acompañado.

«Si pudiera decirles todo lo que he buscado en internet sobre mi situación… (gracias al celular que papi me regaló, aunque mami no estuvo de acuerdo). Si pudiera contarles las cosas que me cuentan otros niños cuyos padres también se divorciaron, pero no viven en una guerra constante porque todos en sus casas se respetan y se llevan bien.

«Tengo solo 12 años, pero no soy boba. Sí me doy cuenta del malhumor de mami cuando siente el chiflido desde el parque, y sí me duelen los tirones cuando papi intenta llevarme lejos pronto, pero antes de doblar la esquina mira hacia atrás, a ver si nos siguen unos ojos negrísimos, esos “azabaches de su buena suerte”, como le puso en una cartica que la abuela salvó cuando mami quiso quemar todos los recuerdos.

«Por cierto, también me molestan las preguntas que hacen, supuestamente disimuladas, para saber más de la vida del otro, o me ponen a escoger qué casa es mejor o a quien quiero más, como si yo fuera un trofeo de esos que hacen perder la cabeza a algunos deportistas y golpear al equipo contrario.

«Me entristecen mucho las lágrimas de la abuela cuando el domingo me despido de ella en casa de papá y susurra: “Adiós, pollito, ojalá te vea otro día este mes”. Y me entristece que a la vuelta mi abuelo diga que mamá estuvo peleona y yo no debería dejarla sola, como hizo “ese mal nacido”. ¿Acaso no son ellos, abue y mipa, quienes me sostienen a cuatro manos con sus caras felices en una de estas fotos que publico en el perfil de mamá, a riesgo de que todos me castiguen? 

«Ese es el propósito de este mensaje: recordarles que un día fuimos una familia feliz, sin violencias ni chantajes. Que no hacía falta un papel del tribunal para que mami me dejara ir al zoológico contigo, papá; ni que tú te molestes en caminar hasta el correo para pasar un giro y así tener constancia de soltar un dinero que de todas formas no cubre totalmente mis necesidades de alimento o ropa, y tú lo sabes bien porque me mandas con la tía otras cositas “como cosa suya”.

«Por cierto, hagas lo que hagas, tampoco se va a llenar el vacío de mamá, porque la rabia que ella no logra esconder no tiene un justo precio.

«En eso es incapaz de ceder, por orgullo, y sé que te hace daño, pero entiendan que ambos me están dañando a mí, y cuando pienso que tal vez no les importa mi sufrimiento pierdo el sueño y me entran ganas de irme lejos y no oír más esas peleas que en apariencia son sobre mí, pero yo sé que son por el dolor de perderse entre ustedes y por las promesas que no pudieron cumplir.

«Mamá, papá: si pudiera decirles cuánto los necesito… Ya que no pueden mirarse a los ojos sin rencor, tomen sus celulares y miren estas fotos de unos años atrás. Díganme si no merezco un poco de esa dicha de la que soy fruto. Busquen en sus corazones y salven algo de ese amor que parecía tan grande: una pequeña chispa alcanza para cuidar de mí, si deciden hacerse responsables de una buena vez».

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