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Abrazo transmedia al Santiago profundo

Como un acto de justicia simbólica con quienes sostienen en silencio la memoria de la urbe, califica el realizador Dayron Chang su más reciente entrega, regalo al aniversario 510 de la fundación de la villa santiaguera

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.—Asegura con vehemencia que la cultura no está solo en los museos, sino en la calle, en su vecina, en su abuela, en su comunidad. Por eso esta vez habla en nombre de los que no aparecen en los libros de texto, no dictan conferencias, no salen en las portadas, pero representan lo más auténtico de lo que somos.

Aspira a que todos ellos sientan orgullo por lo que han heredado, por lo que pueden defender. «Queremos que cada niño sienta que la historia también le pertenece…», enfatiza, y fiel a las lecciones del académico Orlando Terre, recalca que es preciso resignificar a Cuba desde un abrazo.

Dice, y el azul de sus ojos se multiplica en los mil colores de una ciudad que cada día -insiste-, le duele y le abraza. «Me inspira su capacidad de resiliencia, su energía ancestral, su forma tan caribeña de existir al borde de todo. Me fascinan sus silencios cargados de historia, sus vericuetos, su oralidad explosiva, ese carácter volcánico», enumera desde la pasión.

De tales ardores y emociones se nutre el Proyecto «Memoria Viva, Santiago de Cuba», la más reciente entrega del reconocido periodista y realizador audiovisual Dayron Chang Arranz; un sueño que, asevera, se construye con afectos, con tecnología útil, con escucha verdadera, y que constituye el regalo de un valioso equipo al aniversario 510 de la fundación de la otrora villa santiaguera.

El latido hondo de una ciudad

Definido por su creador como una bitácora colectiva nacida desde el latido más hondo de la ciudad, el Proyecto da vida a un universo transmedia que desde múltiples plataformas: la serie audiovisual Memoria Viva, de nueve capítulos; un podcast, un libro, una exposición y una página web, posibilitan el acercamiento a santiagueros de diversos oficios y barrios, en los que late la identidad de la urbe.

Alfredo, el alfarero de Boniato; Xiomara Giro, la artesana que empoderó las manualidades en cayo Granma; Arafet, el vinicultor de El Caney; Ramirito, el narrador de San Pedrito; Olga Lidia y Zobeida, unidas por la tradición familiar de la muñequería en El Cobre; Walfrido Valerino y Zolórzano, dos tocadores apegados al ritmo contagioso de la corneta china; Wilfredo, el amolador, que mira la ciudad con los ojos itinerantes que le da el oficio; Antonio; el Sinsonte Cobrero, alentando también con sus décimas a los peregrinos ante la Patrona de Cuba; César Mazorra, mago, titiritero, promotor…, son parte de los muchos rostros de la urbe, y los creadores les devuelven el retrato, como el mejor homenaje.

Desde los animados, llega con toda su poesía y naturalidad el andar de Xiomara Giro, la artesana de cayo Granma y muchos otros. Imagen: Cortesía del Proyecto.

Son once historias que se desdoblan desde varios lenguajes y aprovechan las potencialidades de cada uno; las bondades de la ciencia y las nuevas tecnologías, así lo resume el joven y audaz realizador Dayron Chang.

 «Las historias seleccionadas no son fruto del azar, sino de un proceso de selección colectiva, explica, que con la colaboración de las Direcciones Municipal y Provincial de Cultura, nos permitió articular una metodología sensible y participativa que se alinea con principios fundamentales de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la preservación del patrimonio inmaterial, la educación inclusiva, la equidad, el empoderamiento de las comunidades como sujetos de su propia narrativa, y las historias de estos hombres y mujeres, reconocidos con el Premio Memoria Viva que otorgan el Consejo Nacional de Casas de Cultura y el Instituto Juan Marinello.

«Esta alianza permitió identificar no solo los oficios en riesgo de desaparición, sino también los contextos sociales, económicos y emocionales donde estas prácticas resisten y se transforman.

«Este no es el trabajo de Dayron Chang ni de un equipo de realizadores; pertenece a quienes día a día sostienen, con sus manos y memoria, la identidad viva de Santiago de Cuba».

El multipremiado creador insiste en que más que un proyecto cultural, este es un gesto de justicia simbólica; una ofrenda a quienes han sabido resistir durante años, una plataforma para dar voz a los portadores de la tradición. «Narrarlos, es reconocer que han estado ahí todo el tiempo, sosteniéndonos; devolverles el lugar que les pertenece.

«Queremos decirle a Santiago que su grandeza no está solo en sus fechas, sino en sus barrios, en sus voces, en sus gestos pequeños que guardan mundos».

Narrativas desde el alma

Un prestigioso equipo de realizadores acompañan al joven periodista en el nuevo empeño. «Está la complicidad narrativa de mi editor Denny Ruiz; el lente sensible de Rubén Aja y su equipo de Buena Luz Production, que captaron lo intangible, eso que flota entre el gesto y el alma; las sabias manos de Amels Rodríguez, en el diseño gráfico y la paciencia infinita de un animador de puntería, Luis Enrique Pérez Hechavarría; juntos, tejieron un universo animado inspirado en los trazos de los grandes pintores santiagueros.

«Son justamente esos personajes animados, quienes, en breves destellos dentro de la serie Memoria Viva, nos acercan a lo real maravilloso que a veces escapa del encuadre de una cámara, pero vive con fuerza en quienes aún creen en la magia de los relatos.

«Los sonidos que logramos capturar eran tan valiosos como las imágenes. Por eso se volvió imprescindible el podcast Voces de la Memoria Viva: para dibujar con ondas sonoras los paisajes emocionales de Santiago. Para que la gente escuche cómo suena El Cobre al amanecer, San Pedrito en un día de conga, un taller de alfarería, una fábrica de vinos; la voz ancestral de la corneta china, la musicalidad del Tivolí.

«De ese universo sonoro se encargaron dos amigos extraordinarios: la multipremiada periodista espirituana Lisandra Gómez, y el realizador Alien Fernández, con quienes fue posible capturar lo invisible. A este hermoso sueño se sumó la tresista Yarima Blanco, con un arreglo a tres del tema Siento por Santiago una pasión, del Trio Matamoros, cuyo Centenario quisimos también honrar, al igual que al maestro Enrique Bonne.

«El libro La Callada Grandeza fue quizá el mayor de los retos. Narrar audiovisualmente no era suficiente: había que sumergirse, reconstruir memorias fragmentadas. Asumí el rol de quien observa y escucha, sin juzgar.

«Ahí estuvo una vez más la asesoría de la Doctora Olga Portuondo, eterna inspiradora del microrelato y de las nuevas tendencias historiográficas, y el apoyo del excelso cronista Reinaldo Cedeño (cada línea que escribí fue pensando en sus consejos, en su capacidad para emocionar); junto a León Estrada y con el respaldo de la Editorial Oriente.

«Y la exposición, o más bien, la muestra itinerante, «La Callada Grandeza», que se inaugura el 25 de julio a las 3:00 p.m. en el Centro Cultural Francisco Prats Puig, es un acto de amor, a través de la magia de la fotografía de Belice Blanco y Vicente González. Luego, con el  apoyo fundamental del Gobierno de la provincia recorrerá las casas de cultura, tocando la historia de cada comunidad, hasta llegar a la Galería Oriente.

»Todo este universo, vasto y plural, podrá consultarse y  expandirse desde una única plataforma: una página web, un sistema de autogestión digital audazmente programado por el ingeniero Mariano Arturo Ochoa Poveda, quien incorporó herramientas de inteligencia artificial para potenciar los efectos visuales y la experiencia del usuario, sin traicionar la esencia humana del proyecto«.

Visión de Santiago, de Dayron Chang, regalo al aniversario 510 de la fundación de la villa. Imagen: Cortesía del Proyecto.

 

La otra épica

Al decir de Dayron Chang las motivaciones de este nuevo Proyecto nacen de su propia historia personal. «Caminar Santiago, para mí, es como recorrer un organismo vivo: un laboratorio de la cultura popular. Me detengo en las costuras invisibles, en el pequeño gesto que revela la grandeza de un saber heredado en peligro de apagarse si no lo contamos.

«Muchas de esas cosas las vi por primera vez en el barrio, las oí de mis abuelos, por eso me conmueve —y me duele— que tantas vidas extraordinarias pasen desapercibidas. Relatar a Cuba desde su diversidad profunda no es solo un acto poético, es una responsabilidad ética, porque el archipiélago no cabe en una sola voz. Cuba es coral. Allí, en esos rostros que han resistido el tiempo sin esperar aplausos, está la otra épica, la del pueblo que se hace a sí mismo cada día.

«Este proyecto es también una manera de replantear la mirada. No queremos seguir siendo contados únicamente desde las capitales, desde los espacios de poder. Tampoco buscamos una representación folclorizada, congelada en estereotipos, ni una visión domesticada de lo popular.

«Queremos narrarnos desde nuestra complejidad auténtica. Apostamos por un relato afectivo y sensible, pero también libre, honesto, humano; que no pida permiso para existir y logre interactuar con las nuevas formas de comunicación de las audiencias».

Al novel intelectual santiaguero le duelen la desmemoria, la falta de escucha a los barrios, el éxodo de jóvenes, la pérdida de oficios y costumbres que fueron sustento, símbolo.

«Vivimos una época en la que las redes sociales han roto el muro entre emisores y receptores, pero paradójicamente, también han fragmentado la memoria. Nos informamos por ráfagas, por tendencias, por lo que se vuelve viral.

«La cultura popular a veces es mercancía, meme, reels, reto.  Y aunque estas plataformas pueden ser potentes aliadas, también pueden convertirse en cementerios de superficialidad si no se les da propósito, profundidad y alma.

«Preservar la memoria viva no es mirar al pasado con nostalgia. Tenemos el desafío ahora de imaginar el futuro desde las raíces, aunque el contexto nos genere dudas, nos imponga flaquezas».

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