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Ausentismo

Floro se percató de que el director lo estaba esperando y no era para elogiarlo exactamente. Así lo anunciaban la cara de su superior

Autor:

JAPE

Al abrir la oficina, Floro se percató de que el director lo estaba esperando y no era para elogiarlo exactamente. Así lo anunciaban la cara de su superior y un file que este sostenía entre las manos con un membrete en portada que notificaba con grandes letras góticas: Control de asistencia.

—Buenas tardes, Floro, entra y siéntate —le convidó el director.

—Buenas tardes —apenas balbuceó respondiendo al saludo y se sentó. El director volvió a tomar la palabra:

—Lo he llamado porque acabo de recibir el resumen de la asistencia laboral del mes pasado y veo que usted tiene unas cuantas ausencias injustificadas. ¿Podría decirme a qué se debe esto si usted siempre ha sido un trabajador ejemplar?

—Gracias por el elogio, director, pero es que… es que mi vida ha cambiado un poco.

—Por favor, Floro, explíquese mejor, estamos para ayudarlo.

—No creo que me puedan ayudar mucho, pero me explico: hace poco más de un mes estoy viviendo con mi octogenaria madre que sufrió una caída y está sola en su casa haciendo reposo absoluto en cama. Yo he tenido que hacerme cargo de todo lo concerniente a su cuidado, atender la casa y todo lo que esto deriva. ¿Podría usted decirme las fechas de los días que falté injustificadamente?

El director pasó algunas hojas en el file buscando la que pertenecía al trabajador que estaba frente a él mientras Floro sacaba una libretica del bolsillo y también hojeaba.

—¡Aquí está! —dijo el director e inmediatamente señaló: Martes 22 de noviembre.

—Vino el pollo de septiembre, y la dieta.

—Miércoles 23 de noviembre.

—Tuve que ir a la oficoda a renovar la dieta, que según el carnicero se había vencido y había que volver a hacer el certificado médico, como si mi madre se fuera a curar de la diabetes y la hipertensión con 84 años.

—Eso hay que revisarlo en la próxima asamblea del Gobierno —comentó el director mientras buscaba con su dedo índice sobre la hoja.

—Aquí está: lunes 28 y martes 29

Floro respondió como un resorte:

—Compra en la tienda de moneda nacional. Un día y una noche para hacer la cola y otro día para comprar.

—Miércoles 30.

—¡Llegaron los huevos!

—Jueves 1ro.de diciembre.

—Sacar los mandados, porque ya no teníamos aceite y en la tienda de moneda nacional.

—Lunes 5.

—Vino el café del mes pasado.

—Miércoles 7.

—Tres libras de arroz adicional y gratis… ¡Y lo bien que nos vino porque le debíamos arroz a la vecina! Es que a mima le encanta el arroz.

—Viernes 9 de diciembre.

—Dieron los frijoles negros que no habían venido con los mandados.

El director quedó en silencio por un momento. Luego agarró su móvil «petrolero» y buscó hasta que finalmente reflexionó unos segundos, miró a Floro como quien siente que esta vez no habrá respuesta y conminó:

—Querido Floro, aquí dice que el domingo 11 usted no vino al trabajo voluntario que organizamos por el aniversario de la empresa. Puedo entender que entre semana puedan ocurrir todos esos sucesos que usted narra, pero yo tengo entendido que el domingo no abre la bodega, ni la carnicería.

Floro, sin perder la ecuanimidad lo interrumpe:

—¡Eso era antes! Ese domingo que usted dice, el día 11, vino la jamonada y no había refrigeración, y además tocaba el apagón «solidario» en nuestro bloque, así que la despacharon antes de que se pusiera más verde.

Sin tener atenuantes el director respiró profundo y como quien no quiere darse por vencido volvió a la carga. Su voz era pausada, y el tono un poco irónico:

—Floro, yo siento mucho por lo que usted está pasando. De todas formas, yo veo aquí que no se trata de llegadas tardes. Todo esto que le he dicho son ausencias. Por mucho que usted tenga que hacer los mandados y otras gestiones, siempre ir a la bodega o la carnicería ha sido a lo sumo 20 o 30 minutos. ¿Cómo usted justifica entonces que no haya venido en todo el día?

Floro se quedó callado, pero su cara denotaba cierto malestar, como quien tiene pena de decir las cosas, pero finalmente señaló:

—Compañero director, con todo el respeto que usted merece, ¿me puede responder una pregunta?

El director asintió gustoso y Floro cuestionó:

—¿Cuánto tiempo hace que usted no va a una bodega o a una carnicería?

El hombre se quedó sorprendido y visiblemente molesto, pero con gran dominio de su posición directiva mantuvo la ecuanimidad y respondió:

—Hace mucho tiempo, Floro, pero espero que usted entienda que mi lugar es aquí, frente a la empresa.

—Por supuesto que lo entiendo, y espero que usted también entienda y además me crea, que ya no existen, en ningún lugar, colas de 20 o 30 minutos.

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