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La semilla de un Partido

En una vivienda marcada con el número 81 de la calle Calzada, en el Vedado habanero (donde hoy se encuentra la sala de teatro Hubert de Blanck), se fundó en 1925 el primer Partido Comunista de Cuba

Autor:

Luis Raúl Vázquez Muñoz

Hoy es una sala de teatro, con un nombre muy especial: el del holandés Hubert de Blanck, el hombre que puso en riesgo su vida a favor del movimiento independentista cubano. Pero entre aquellos días del 16 y 17 de agosto de 1925, el local era una vivienda marcada con el número 81 de la calle Calzada, en el Vedado habanero. 

Allí ocurrió todo: la fundación del primer Partido Comunista de Cuba. Cuentan que eran 20 delegados, a quienes Carlos Baliño, amigo y colaborador de José Martí, recogió las credenciales, por ser el participante de mayor edad. Entre los delegados, había una figura crucial: Julio Antonio Mella,  quien solo unos meses antes, el 25 de marzo, había cumplido los 22 años de edad.

Sin embargo, ese hecho tiene otros antecedentes. Uno de ellos, la creación de la Agrupación Comunista de La Habana, el 18 de marzo de 1923, la cual le daría paso a otras similares en distintos lugares del país hasta concretar la creación del Partido poco tiempo después.

Sin ese acontecimiento, lo demás no hubiese ocurrido o hubiera sido muy difícil que sucediera. En medio de un contexto muy hostil, cargado de prejuicios, con un sistema educativo dominado por la burguesía y con una fuerte influencia extranjera, los miembros de aquella agrupación se dedicaron a una tarea apostólica de divulgar por diversas vías el ideario marxista a nivel de las capas populares. Fue una especie de semilla en surco ardiente.

En verdad, esa labor respondía a un proceso más grande: el del cambio de época que se operaba en el país con la entrada de una nueva generación de intelectuales y personas de acción, para quienes los moldes de análisis de la realidad, provenientes del siglo XIX, resultaban insuficientes para dar cuenta del escenario que les tocaba vivir.

Dentro de ellos, en un abanico muy amplio de posiciones, el marxismo y la acción revolucionaria derivada de ese ideario, constituyó una de las corrientes teóricas que sustentó la comprensión de esa nueva generación sobre la Cuba y el mundo de ese momento; pero, también, sus posiciones ante la vida.

Junto con la figura de Mella, el listado debiera continuarse (tomando en cuenta distintos momentos y circunstancias) con la mención de Rubén Martínez Villena, Carlos Rafael Rodríguez y Juan Marinello Vidaurreta. Otros, aun cuando no se afiliaron al Partido, sí tomaron en cuenta al marxismo y al ideal socialista con la intención de un cambio profundo de la sociedad. Ese fue el caso de Antonio Guiteras o Raúl Roa García, entre otros muchos. 

Una de las cuestiones llamativas de este escenario es el corto tiempo en que esa necesidad de transformación se hacía palpable. En efecto, apenas dos décadas atrás el pueblo de Cuba había salvado al país de la anexión y había logrado que se proclamara la República, maniatada, pero República al fin.

No obstante, para el momento los conflictos ya eran evidentes y apuntaban a una transformación radical. La causa debe encontrarse en el modelo neocolonial impuesto a la República por Estados Unidos, que agudizó contradicciones latentes desde la colonia y generó otras no menos complejas, como la dominación extranjera sobre amplias zonas del país.

En medio de ese clima, la Agrupación y el Partido realizaron una labor notable. De entrada, sus miembros debieron trabajar bajo una fuerte discreción. Y bajo esa condición lograron crear un fuerte movimiento obrero, capaz de convertirse en una fuerza desafiante para la oligarquía nacional y extranjera.

La Revolución del 30 y la caída de Machado no pueden entenderse sin el surgimiento de la Agrupación Comunista y lo que ello permitió. Tampoco episodios como las luchas campesinas en el Realengo 18 o el apoyo cubano a la República española.

Unido a esto existe una historia de complejidades y contradicciones, propias de la época. El intento de expulsión de Mella del Partido por su decisión personal de realizar una huelga de hambre es uno de ellos. Son sucesos que deben ser examinados con madurez y sin dejar a un lado el hecho de que, detrás de muchas páginas heroicas de Cuba en el siglo XX, estaba el sello de aquella primera agrupación.

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