Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Los Fideles de JR (+ Videos)

Cada pincel que enruta hacia su figura tropieza con la inmensidad. No bien termina el artista de hacer imagen una idea, otras posibilidades miles emergen: hay tantos Fideles como lealtades sublimes sembradas por él en el pecho de la Isla. Ares, Moro, Laz, Yoemnis, Falco y Adán se atreven y dejan múltiples caminos abiertos en un mural que Juventud Rebelde acoge, con fidelidad agradecida, para que crezca

Autor:

Julieta García Ríos

No bastaba con una edición especial, con trabajos de alto vuelo para recordar a Fidel en el primer aniversario de su partida a la inmortalidad.

En el hogar donde se concibe el diario de los jóvenes cubanos era necesario dejar la impronta de su fundador. Ese que en el estadio Pedro Marrero, el 21 de octubre de 1965, tras contribuir al bautizo de su nombre, lo definió como: un periódico destinado fundamentalmente a la juventud, con cosas que le interesan a esta, escritas con calidad y que los temas allí abordados también interesaran a todos.

Fue así que la joven directora Yailín Orta sugirió a sus caricaturistas interpretar a Fidel desde el pincel. Se eligió el lienzo para que la obra perdurase, pues las piezas pasarían a decorar la entrada de la Casa Editora y estarían acompañadas de una gigantografía que recuerda el momento en que el líder revolucionario lee el primer número de Juventud Rebelde.

Adán Iglesias (Adán), Lázaro Miranda (Laz) y Carlos Alejandro Falco (Falco) aceptaron la encomienda. Y era obvio que Ares —el siquiatra que abandonó la consulta para dedicarse por entero al arte, antiguo dedetero reconocido como uno de los mejores caricaturistas del mundo— fuese el primer artista invitado. También los jóvenes Yoemnis del Toro (Del Toro) y Michel Moro (Moro) ganaron por su talento un espacio.

Laz, el espigado moreno que reconoce en Fidel su capacidad de estar al lado de los humildes, voluntariamente se hizo cargo de la exposición que tendrá carácter permanente. Funcionó como una especie de coordinador y curador de la muestra que ahora está compuesta por seis lienzos de 40x60 cm.

Su Fidel fue el primero en estar listo. Casi un retrato en tonos grises del líder joven, atlético, como aquel que entró en La Habana en enero de 1959, vistiendo un uniforme de pelotero del equipo Cuba. Es pitcher, y su imagen nos remonta al hombre que desde la tribuna «tiraba duro», en línea recta y zona de strike, porque con su verdad se sabía imbatible.

Ares recurrió a la barba —ícono de la personalidad de este indomable rebelde— y estampó la aldaba en el pecho del Comandante, porque recurrir a él es imprescindible. «Él está para tocarlo, para traerlo (su pensamiento) a nosotros».

Falco, al estilo cartelístico, se centró en un close up del rostro de Fidel, con énfasis en sus ojos, para dar la dimensión de su mirada, de su pensamiento, que lo hace uno de los más grandes estadistas del siglo XX.

La encomienda le quitó el sueño a Moro. Tres días estuvo el joven avileño dándole taller a la obra. No es tarea fácil ser original y sintetizar la dimensión del héroe que desde la infancia entró en su vida de manera natural. Finalmente se decidió por los tonos rojos y amarillos. Su Fidel es fuego, llama que ilumina, quema, deslumbra...

Cuando Yoe nació, hace 27 años, ya el Comandante no fumaba. Fue esa una de las grandes lecciones que dio desde el ejemplo mismo. La Isla estaba inmersa en una campaña de promoción de salud contra el tabaquismo y el hijo de Ángel Castro y Lina Ruz anunció públicamente que no fumaría más. Sin embargo, el instructor de arte puso un puro entre sus labios porque «el tabaco es un símbolo de rebeldía, fue parte de su personalidad, de su firmeza... »

He dejado con toda intención a Adán para el final. Su obra: Fidel, la estrella. Refleja al Padre que ya no está y que desde el alba nos guía. A modo de escenografía están los diversos micrófonos que a lo largo del tiempo acompañaron su voz. La estrella que ilumina está confeccionada, a manera de colage, con billetes de a un peso, el único en que aparece el líder de la Revolución en el momento de la entrada de la Caravana de la Libertad a La Habana.

Antes de partir físicamente, Fidel se aseguró de prohibir el culto a su personalidad, pero supo que era inevitable que los artistas se inspiren en él, como hoy lo hacen los miembros del dedeté y sus invitados.

La muestra Los Fideles de Juventud Rebelde destaca por su exquisita factura. Desde el pasado 24 de noviembre el dedeté cambió metafóricamente su ubicación —de la página 16 a la portada del diario. Desde entonces seis lecturas diferentes del líder revolucionario dan la bienvenida al visitante en su casa.

 

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