La primera vez que escuché la frase, hace bastante tiempo, me vino a la mente un artefacto ortopédico colectivo: «A los cubanos nos hace falta un fijador».
«¡Mamá, regaña a Roque!», se quejaba un niño al que su hermano mortificaba. Cuando la madre reprendía al fastidioso y volvía a sus quehaceres, el primero decía por lo bajito: «Psst, tócame, Roque».
Es algo agotador. Cuantos escribimos en la prensa cubana lo sabemos bien, y estamos acostumbrados, qué se le va a hacer si mucha gente se empeña en tomar la parte por el todo, la mentira por la norma, el absurdo por la divisa.
La insania de una sociedad que basa una parte de su cultura en la violencia, se puso nuevamente de manifiesto este sábado cuando se supo que fueron arrestados dos adolescentes en el condado neoyorquino de Suffolk porque planearon un ataque contra estudiantes y personal docente de una secundaria de Long Island.
Lili tiene poco más de 20 años, y de pequeña solo conseguíamos que dejara de ducharse en el patio de la abuela, bajo la amenaza de la inminente irrupción del Lobo Feroz, que no creía ni en leñadores ni en caperuzas, y mucho menos en resfriados inducidos.
El verano de la mayoría de los cubanos empieza por la televisión. Cada año, llegada esta etapa, los canales aumentan sus horarios y ofertan nuevos espacios. Por tal razón, mientras dure la habitual programación audiovisual, usted, estimado lector, podrá contar con estas líneas donde confrontar sus criterios sobre cuanto dramatizado, filme, espectáculo, etc., proponga aquella. Claro, en la medida de las posibilidades. No olvidar que tengo solo dos ojos.
Hablemos de las promesas, ese compromiso verbal que suele diluirse en el aire vago de un día con prisa. Si meditamos un tanto, con alguna profundidad, nos parecería claro que el mayor inconveniente de las promesas es ese: que no puedan cumplirse. Y como resultado del lance solo hay un perdedor: el que prometió, si lo hizo a título personal. Ahora bien, si se promete en nombre de una institución, el asunto es más grave.
La cuestión central para el jefecito de la Casa Blanca consiste en demostrar lo erróneo de cualquier proyecto de resolución que llegue al Congreso con la intención de establecer un plazo de retirada de las fuerzas de ocupación norteamericanas. Además, advierte que sería un paso infructuoso porque él lo vetaría de inmediato.
Recientemente debí emprender un extenso periplo por nuestra red de tiendas para adquirir la camisa con la cual debía asistir a un evento oficial. Fue un viaje no ya de aprendizaje, sino de consolidación de conocimientos sobre las características de esta galaxia o mundo paralelo.
Schäuble pretende seguir los pasos «antiterroristas» de Bush. Foto: Reuters