Por puro azar de la vida, Melissa me atrapó en Sancti Spíritus y no en Holguín, como tenía planeado. Incluso, había reservado pasaje, sin sospechar que el país recibiría, paralizado y expectante, la noche de este 28 de octubre.
Por puro azar de la vida, Melissa me atrapó en Sancti Spíritus y no en Holguín, como tenía planeado. Incluso, había reservado pasaje, sin sospechar que el país recibiría, paralizado y expectante, la noche de este 28 de octubre.
Cuentan que el cielo se volvió de un azul cobrizo muy extraño, como nunca antes o como en mucho tiempo no habían visto. Luego, con la noche, los vientos se hicieron dueños de todo y la madrugada se volvió interminable.
El aparente mordisco mortal dado por Melissa a la zona oriental de este Archipiélago ha encontrado el más efectivo de los antídotos. No sana con prontitud. Ni tan siquiera los medicamentos de primera generación lo pueden hacer cuando las heridas parecen infinitas y los dolores, de tan grandes, dejan sin alientos. Pero, ahí está, poco a poco, sin permitir que las otras muchas complicaciones asociadas a un hecho natural de una envergadura pocas veces experimentada en esta tierra le den la estocada final.
DÍAS difíciles. Días definitorios. La gente dice. La gente hace, algunos hacen bien, muy bien; otros hacen mal, y muy mal. Otros no hacen nada. Otros solo dicen… y dicen... en su mayoría estupideces, algunas muy peligrosas.
SUPUESTAMENTE, el plazo legal para que Estados Unidos realice operaciones militares en el Caribe sin autorización del Congreso, ha vencido. Sin embargo, el despliegue naval del Pentágono en esas aguas se mantiene, y las «operaciones» de bombardeos indiscriminados a lanchas que se dice llevan drogas, aunque no se demuestre, ya se ejecutan también en el Pacífico.
Ya eran suficientes las privaciones de la sobrevivencia cotidiana en Cuba, para que un huracán con melífero nombre de mujer irrumpiera con saña en la región oriental del país, hasta herirla de gravedad con la esquizofrenia de vientos y aguas.
Todavía tengo un sobresalto que no se va. Vivirlo y narrarlo es difícil. No sabes si concentrarte en el temor o lo que tienes que hacer.
Cuentan que el cielo se volvió de un azul cobrizo muy extraño, como nunca antes o como en mucho tiempo no habían visto. Luego, con la noche, los vientos se hicieron dueños de todo y la madrugada se volvió interminable.